PSICÓLOGO ÁLVARO VALCÁRCEL
Terapia EMDR
La terapia EMDR ha demostrado ser efectiva en el tratamiento de experiencias traumáticas, tanto simples como complejas, pero también es muy útil para aquellas otras situaciones que nos producen malestar emocional, aunque no lleguemos a calificarlas de trauma.
El principio básico de la Terapia EMDR es que nuestro cerebro, al igual que el resto de nuestro cuerpo, tiende a procesar las experiencias adversas de manera adaptativa, identificándolas como algo perteneciente al pasado que no representa un peligro ni una amenaza en el presente. Sin embargo, los acontecimientos más traumáticos y/o desagradables se almacenan en la memoria de manera disfuncional, por lo que podemos llegar a percibirlos exactamente igual que en el momento en el que ocurrieron, lo cual nos ocasiona numerosos problemas emocionales en el presente (miedo, angustia, sensación de peligro, etc.)
¿En qué consiste la terapia EMDR?
La terapia EMDR se encarga precisamente de ayudar a nuestro cerebro a procesar esa información disfuncional de forma correcta, haciendo que podamos pensar en recuerdos traumáticos sin que ello nos resulte perturbador.
Esto se logra a través de la estimulación cerebral bilateral, la cual se lleva a cabo habitualmente mediante movimientos oculares rápidos, aunque existen otras modalidades (auditiva y táctil).
Esta terapia está relacionada con la fase del sueño REM (Rapid Eyes Movement o Movimientos oculares rápidos), en la cual se ha demostrado que el procesamiento de información es mayor.
Durante la terapia el paciente debe abrirse a la experiencia, dejando que ocurra lo que tenga que ocurrir y limitándose simplemente a observar; no ha de intentar evocar o reprimir ningún recuerdo. Mediante la estimulación bilateral la información se irá procesando de forma correcta, y al finalizar la terapia será posible recordar el incidente traumático como algo del pasado sin sentir perturbación, y sobre todo, sin que pueda afectar al presente.
¿Cómo es una sesión
de EMDR?
1. La terapia EMDR comienza con la evocación de un recuerdo que el paciente identifique como perturbador o desagradable; no necesariamente tiene por qué ser un recuerdo, sino que también es posible que la diana sea un acontecimiento del futuro que produzca temor o ansiedad.
2. Acto seguido se pasará a una fase de desensibilización del acontecimiento traumático mediante la estimulación bilateral hasta que este deje de resultar perturbador o incómodo. La forma de estimulación más habitual es el movimiento ocular de lado a lado, ya sea siguiendo los dedos del terapeuta o con una barra de luces intermitentes.
3. Una vez que el recuerdo deja de resultar perturbador se lleva a cabo una fase de instalación, en la cual la persona es capaz de recordar el incidente ya no solo sin perturbación sino también con una sensación de valía personal, la cual le reforzará de cara a las posibles situaciones complejas (de cualquier índole) que haya de enfrentar en el futuro.
Muchas veces por falta de tiempo no es posible reprocesar un recuerdo en una sola sesión. En tal caso la terapia continuará en la siguiente, sin que se produzca ninguna pérdida de los avances conseguidos.
Por último, es importante aclarar que la terapia EMDR no solo se usa en casos de trauma complejo, sino que puede ser útil para aliviar cualquier tipo de perturbación. No todas las experiencias perturbadoras son traumáticas, basta con que resulten incómodas o afecten negativamente a nuestro día a día para que deban ser abordadas, y esta terapia puede lograr reducirlas significativamente.
De hecho, el protocolo EMDR está estructurado en tres vertientes: pasado, presente y futuro. Esto significa que no solamente se centra en los acontecimientos perturbadores del pasado, sino que también aborda los disparadores del presente y ayuda a planificar respuestas adaptativas en situaciones futuras.